Colima es un Estado generoso en cuanto al recurso agua, sin embargo, con el paso del tiempo se han destruido siete de sus célebres ocho fuentes de agua, que en largo y silencioso servicio llevaron a cabo su misión al ofrecer a los colimotes el almacenamiento del líquido para la satisfacción de sus necesidades. Teníamos fuentes del tipo colonial:
"La Pila de la Sangre de Cristo"; la conocida "Pila de los Patos", que estuvo en la parte central del Jardín Núñez, dándole belleza y atractivo, misma que dio paso a la "Pila de la Concordia", que fue cegada para colocar en ese sitio el monumento a D. Benito Juárez; la "Pila del Dulce Nombre de Jesús", que estuvo en la parte central del área que ocupaba el mercado Constitución; la "Pila del Mercado de la Soledad", situada en el centro del actual jardín Torres Quintero; la "Pila del Paseo del Progreso", que estuvo en la casi parte media de la superficie actual del Parque Hidalgo; la "Pila del jardín de la libertad", que ocupó el lugar central de la Plaza de Armas, donde hoy se encuentra el kiosco; y, más recientemente, la "Pila de las Siete Esquinas" construida en el año de 1908 a iniciativa del Sr. D. Juan Flores, mediando la cooperación de algunos vecinos, ya que por ese lugar se carecía de suficiente agua potable para el servicio de las gentes de tan populoso barrio.
De todas estas pilas hechas de grandes piedras perfectamente labradas tan sólo queda la de "La Sangre de Cristo", construida, según referencias, allá por el año de 1850. Frente a esta pila y en derredor del Templo de la Sangre de Cristo había un balastrado hecho de ladrillo y que fue construido por el año de 1892 por el arquitecto Marcelino Hernández, balastrado que sustituyó a un viejo barandal de madera que llevaba en servicio algo más de sesenta años. Todavía para el año de 1856 Colima carecía del servicio de agua potable por el sistema de cañería pues la gente tenía por costumbre comprar su agua al numeroso contingente de aguadores que tan hermoso colorido dieron a nuestras tradicionales costumbres.
Los aguadores desde el amanecer aparejaban sus siete burros, les acomodaban sus "árguenas" y encajaban en ellas sus rojos cántaros con tapaderas de cuero, con cuyo equipo se ponían en marcha, para a tlaco primero, luego a centavo y después a dos, iniciar la entrega del agua a su muy numerosa clientela, echando viajes y más viajes desde nuestras legendarias "Huertas de Álvarez" y de "San Miguel" tarea que terminaba hasta la caída de la tarde en que desaparejaban. Nuestros rústicos pozos de agua potable fueron abiertos necesariamente por nuestros antepasados para suministrarse líquido, no tanto para beberlo, sino para otros servicios; muchos pozos de los que aún existen tienen ya varios cientos de años.
La introducción del agua potable a nuestra ciudad data de la época en que fue Prefecto Político del entonces Territorio de Colima, el Sr. Gral. Don Manuel Álvarez, personaje que en el año 1857 fuera el primero de nuestros gobernantes, ya que desde esa fecha se le dio a Colima categoría de Estado. Al Sr. Álvarez se le debe, pues, que nuestra ciudad tuviera en su tiempo el primer servicio de agua potable por medio de un grueso tubo de barro que venía por la antigua calle del Palacio o del Beaterio, hoy Constitución, y que se desprendía de una vieja Caja de Agua que el mismo Sr. Álvarez mandó construir y que estuvo situada media cuadra antes de llegar a donde dicha calle se cierra por el norte. Esta caja surtidora de agua la recibiría por medio de un viejo acueducto que partiendo de una "toma", especialmente construida en los márgenes del Río Colima, descendía casi paralelamente al camino que viene de la antigua fábrica de San Cayetano.
Dicho primer tubo distribuidor de agua sólo permitió el servicio de unas cuantas pajas en las casas de las personas principales, entre las que se encontraba la propia casa del Gral. Álvarez, que era la que tiempo después fue casa del Sr. Celso Garcia, esquina formada por las calles Venustiano Carranza y 5 de Mayo, y que por cierto aún conserva su primitivo tubo; luego la casa de dos pisos construida por el mismo Álvarez y que ahora es propiedad de los herederos de Salvador Cárdenas, edificio que en aquellos tiempos sirvió de palacio de Gobierno. La presión del líquido era tal, que al construirse el segundo piso de la entonces casa de José Arct., hoy portal de propiedad de los Ceballos, con suma facilidad ascendió el agua a este elevado sitio.
Posteriormente, en el año de 1862, ante la carencia de dinero por parte del Gobierno para atender los servicios públicos, sobre todo los más urgentes, como el alumbrado, que por entonces se hacía por medio de los tradicionales faroles alimentados de petróleo, la Sala Capitular acordó la venta de diez pajas de agua a cien pesos cada una, con derecho a servicio perpetuo. Para el efecto se publicaron algunos avisos en los que se concedía tan sólo un plazo de tres días que se presentaran postores que se acogieran a beneficio, autorizándose al Síndico Suplente Francisco Gómez Palacios para que hicieran la venta, apareciendo solamente siete postores.
Cabe señalar que la obra de agua potable en Colima fue posible gracias al espíritu progresista del Gral. Álvarez, quien habiendo amasado una respetable suma de dinero, merced a sus grandes negocios particulares, de su peculio la llevó a cabo. Posteriormente, siendo Gobernador del Estado Gildardo Gómez, al saber de la obra realizada por el Gral. Álvarez en beneficio de la comunidad el actual gobernador dispuso que la Sra. Francisca Córdova, viuda del Gral. Álvarez exceptuándola de todo pago fiscal de sus propiedades.
En épocas anteriores a la introducción del agua potable a nuestra ciudad los colimotes la obtenían, en su mayor parte, de los famosos manantiales del "Pocito Santo" y del "Charco de la Higuera", y más tarde, de la "Huerta de Álvarez" y de "San Miguel". El Charco de la Higuera, situado frente al hoy templo de San José, tornó su nombre del que efectivamente en épocas muy lejanas era un charco al que para llegar a él existiá una higuera que, según la tradición, tuvo una existencia desde aproximadamente el año 1750. Tan popular como la fuente anterior fue también la del "Pocito Santo", nombre que el pueblo le dio en virtud de que jamás se le agotaba el volumen de agua. Este Pocito estuvo en servicio público desde tiempos muy lejanos en una humilde y antigua casa hoy totalmente transformada.
Después del Gobierno del Gral. Álvarez, sucesivos gobernantes ampliaron un poco el servicio de agua potable por cañerías, no sólo para conceder nuevas dotaciones sino, también para el servicio de las fuentes y jardines públicos, por entonces apenas en formación, para lo cual se tendieron nuevos tubos de plomo por las calles que principalmente conducían a esos sitios donde el agua se necesitaba. Con el tiempo la población de la ciudad de Colima aumentó y se edificaron nuevas casas que, por carecer la mayor parte de ellas de agua necesarias para los diversos usos, las gentes se vieron obligadas a ir al Río Colima que en aquellos viejos tiempos conducían suficiente volumen de agua. Por otra parte, parece ser que lo insuficiente de la cantidad de agua que en aquellos tiempos proporcionaba la red, el servicio estuvo distribuido en el sector de la ciudad comprendido del Río de Colima hacia el este; ya que para otro lado del río las gentes tenían a su servicio "El Charco de la Higuera", "El Pocito Santo" y "El Ojo de Agua" que se encuentra en la esquina de la Aurora (cruce de las calles Manuel Álvarez y Corregidora), así como el agua de las Huertas de Álvarez y de San Miguel.
Sin embargo, la formal ampliación de la red de agua potable que se llevó a cabo en el siglo pasado tuvo lugar bajo el gobierno de Gildardo Gómez, allá por el año de 1892, para cuyo efecto se amplió el acueducto ya existente y que venía por la conocida "Huerta las Amarillas", y se construyó al mismo tiempo un gran depósito o "Caja Distribuidora" para que recibiera todo el volumen de agua que por dicho acueducto venía; esta Caja, que estando situada a unos cuantos pasos hacia la derecha de donde se cierra por la hoy calle Constitución, ostentó por mucho tiempo el nombre de Gildardo Gómez en agradecimiento a este bienhechor.
El oeste de la ciudad, al otro lado del Río Colima, careció durante una prolongada época del servicio de agua potable por el sistema de cañería, siendo hasta 1900 cuando se permitió la entrada de la tubería conductora de agua potable a esa zona, cuando el señor Morril, en su casa ubicada en la calle Gregorio Torres Quintero hizo pasar por la calle del puente nuevo o Zaragoza el primer tubo con agua potable; después y en segundo lugar, lo hizo el señor Miguel Romero, quien en 1910 tendió también su caño particular que lo hizo pasar por el mismo Puente Nuevo, a fin de tener el servicio de agua en su casa, que por entonces lo era la conocida esquina oeste, formada por las calles Corregidora y 5 de Mayo.
La cabecera Municipal de Colima y la zona conurbada de Villa de Álvarez, del Estado de Colima, se abastecían de agua del Río Colima, desde el año 1550 hasta el año l990. En los años de 1950 se inició con la perforación de pozos profundos, hasta el año 1980, siendo 18 pozos en Colima y 10 pozos en Villa de Álvarez. Entre los cuales se encuentran: